lunes, 6 de junio de 2011

Hilo Rojo.

 Capítulo 2.



Ya pasaron dos semanas... Desde que leí la carta. Mi ánimo sigue igual que desde la primera vez...
Es como sentir una estaca clavada en mi pecho... Como si... Una voz resonara en mi cabeza gritándome que no pude hacer nada, hechándome en cara lo inútil que fui al dejar que el alma de aquella chica pasara a otro mundo... Quizás un lugar mejor...
"Un lugar mejor" No dejaba de repetirme eso una y otra vez. En un vago intento de convencerme a mi mismo que su muerte valió la pena






.
Dolor, tristeza, angustia, impotencia... ¿Cuántas emociones más se entremezclaban en la vaga sombra que se dibujaba en el suelo de aquella habitación? Ya habían pasado dos semanas desde que había recibido la carta...¿Por qué aún después de todo este tiempo habría de sentirse así? Tan... Vacío...
Caminó hasta la cama, sentándose en esta mientras un suspiro escapaba de sus labios.
"No tengo porque preocuparme tanto por esto". Dijo una voz dentro de su mente.
"¿Qué hubiera pasado si no la hubiera leído? Seguro que no me estaría lamentando por esto..."
"¡Claro que la debías de leer! Su última voluntad fue esa, ¿Acaso estás tan lleno de porquería que ni siquiera te importan las demás personas?"

No era la primera vez que tenía esa discusión mental. Se reprochaba una y otra vez para terminar en lo mismo: nada.
Se recostó suavemente sobre la cama mientras intentaba cubrirse a un ritmo lento.
Además de todo eso... Desde estas dos semanas tengo esta sensación... De que hay alguien más...
Suspiró.
Estúpido, ¿Cierto?.
Cerró sus ojos con fuerza, mientras se revolvía entre las sábanas.
Observó el reloj sobre su mesa de noche, el cual ya marcaba las 5 am.
Otra noche más sin poder dormir.
Un sentimiento de culpa el cual sentía como si una estaca atravesara su pecho... No entendía... ¿Por qué? Se sentía tan... Inútil...
Giró su cuerpo pasando de una punta a otra de la cama.Ni siquiera podía encontrar una pose cómoda.
Me revolví entre las mantas intentando despejar por un segundo mi mente.
No sé en que momento pude dormirme, así como tampoco sé en que momento una presión en la cama me hizo despertarme casi de golpe.
El aire se iba haciendo más pesado, y un aroma suave y delicado empezaba a llenar lentamente la habitación.
Una melodía, casi como un susurro hizo eco en las paredes de yeso.
Una voz tranquila, aguda, como si no tuviera esperanza cantaba aquellas estrofas.


Me deshago de mi débil conciencia
Lentamente, sin que mis pisadas hagan ruido alguno
Me rompo en pequeños pedazos reducidos a cenizas
Nada más que eso...nada más que eso
Sin dejar rastro.


Me levanté lentamente de la cama, como si el más mínimo sonido espantase aquella dulce melodía.
Mis pisadas lentas... Mi respiración contenida y aquellas estrofas que parecían encimarse unas en otras en una embriagante melodía.

Los sentimientos que ignorantemente conozco.
Desde la impotencia, mi cobardía
Se arrastra en el fondo de la mezcla de mi
conciencia
El loto que mis ojos no pudieron ver antes.


Mis pisadas se detuvieron haciendo un eco en el pasillo.
La triste melodía había cesado.
Mi respiración se fue haciendo más intensa, ahora retumbaba en las paredes fuertemente.
Me mecí lentamente inspirando el aroma que parecía oprimir el aire.
Cerré mis ojos inspirando aquel dulce aroma.
Una sombra de deslizó por aquellas paredes, escuché el roce de la tela cada vez más cerca.
Sabía quien era.
Abrí mis ojos.
Su tez blanca, una cálida sonrisa, aquella ropa...
—Hola...
Su voz resonó por toda la casa. Sonreí.
Aquello... No podía ser real....
¿O si?

No hay comentarios:

Publicar un comentario