miércoles, 22 de junio de 2011

Hilo Rojo. Capítulo III. Conociéndonos

Capítulo III
Conociéndonos.



Hasta mi imagen parecía borrosa
Sigo sin entender el porqué de tus palabras...
El porqué de tus actos...
Captaste mi atención desde el momento en el que nuestras almas se separaron terrenalmente
¿Por qué esto tenía que confundirme tanto?




La lluvia caía con intensidad sobre los cuerpos de aquellas personas. Una, encogida a varios metros de la otra, que de rodillas y con los ojos desorbitados, miraba la imagen de aquella chica, que parecía atravesarlo con la mirada.
Las lágrimas corrían por sus mejillas, llevándose consigo las gotas de lluvia que caían sobre su rostro, golpeando su cuerpo, atravesando el cuerpo de aquella otra persona, que yacía inmóvil en medio de la lluvia, con apenas el resguardo de un pequeño árbol.
No se atrevía a moverse, el terror corría por dentro de su cuerpo y rasgaba su piel como queriendo arrancársela.
Quería correr.
Pero no podía.

Tan solo miraba aquella figura como si quisiera que todo fuera un sueño, una pesadilla, y estaba seguro de querer despertar.
Un hilo rojo sujetaba los dedos de aquellas dos personas que se miraban el uno al otro, sin entender la situación del todo.
Ella... Y él...
¿Acaso esto era posible?

Sintió el frío contacto de aquella persona acariciando su mejilla.
¿Cuándo fue que ella había salido de debajo de aquel árbol y había llegado a su lado?
No lo sabía, solo cerró los ojos con miedo a lo que pasara.
—Ruki...— Su nombre fue recitado por aquellos labios, pálidos labios, que como la primera vez, recitaba su nombre con su voz.
Su dulce voz...
Abrió sus ojos encontrándose con dos hermosas lagunas negras que apenas escondían un brillo que nunca debió haber estado allí.
Aquella chica sonrió, y con su hermoso vestido acariciando la piel del mayor se fue caminando lentamente, con la lluvia traspasando su blanquecina piel que parecía destellar en la noche.
¡Espera!. Quiso pronunciar, más sus labios no se movieron, sólo se quedó atónito mirando aquella bella figura alejarse.
De repente todo vino como un golpe en su cara. Se incorporó y corrió intentando alcanzar a aquella figura que parecía caminar sin rumbo sobre los charcos que se formaban en la solitaria calle.
Intentó tomar su hombro para poder voltearla, pero su mano traspasó la posiblemente sedosa tela del vestido negro y aquella imagen se esfumó como una ilusión.
Miró su mano sin entender, hasta que un pequeño chapoteo detrás de sí lo obligó a darse vuelta.
Ahí estaba ella, con una leve transparencia haciéndose notar en su cuerpo, con su vestido rozando sus rodillas y una pequeña sonrisa formándose en su aporcelanado rostro.
—¿Por qué...?— Fue lo primero que lograron articular sus labios que temblaban por el frío.
Ella lo miró expectante, pensando en una respuesta.
"No" Pronunció después de unos segundos, pero ese "no" desconcertó aún más al vocal, que lejos de no haber entendido, la observó confundido.
—Yo... No quise esto... Tampoco lo entiendo...— Completó la frase en un susurro, mirando atenta el hilo rojo que unía ambos cuerpos.
Miró con miedo aquellos cabellos que caían por el rostro de la chica. Quería acariciar su cabeza y decir "No te preocupes, todo estará bien", pero lo ridículo de la situación se lo impedía.
Ella levantó su mirada. Los ojos del vocal la miraban atentamente, sin querer perderse ni un sólo movimiento.
Sus miradas se encontraron, y admirando aquel brillo que parecía querer esconderse en las tinieblas de aquel ser, recitó las palabras que salieron involuntarias de sus labios, con una seguridad que nunca creyó haber encontrado en su ser.
—Quédate a mi lado—
Un gesto de confusión se hizo notar en el ente, y una felicidad la embargó por dentro, una felicidad inocente de esas que sólo tienen los niños pequeños; sin imaginar aún todo lo que pasaría a partir de ese momento.





wiii~ ^.^

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